miércoles, 4 de noviembre de 2015

Trastorno de personalidad

Un trastorno de personalidad está determinado por un conjunto de afecciones psiquiátricas que alteran el curso normal de las relaciones interpersonales. Aunque su causa no puede ser determinada con exactitud, los especialistas hablan de la existencia de diversos factores genéticos y ambientales que contribuyen a su desarrollo.
La personalidad es un patrón complejo de características psicológicas que definen a un individuo. A partir de su personalidad, una persona  da significado a su entorno, construye su propia imagen e interactúa con el medio. Cuando aparece un trastorno de personalidad, el sujeto no puede adaptarse a las diferentes situaciones de la vida cotidiana, ya que su personalidad se vuelve inflexible y funciona de forma distorsionada.
Dos de los principales componentes de la personalidad son el temperamento (que es innato y no se puede modificar pero sí controlar) y el carácter  (que se forma con la experiencia). Las fallas en el desarrollo de la persona inciden en el temperamento y en el carácter y pueden derivar en un trastorno de personalidad.
La ansiedad, la depresión, el elevado nivel de estrés y los ataques de pánico pueden ser síntomas de estos trastornos.
Entre los distintos tipos de trastornos de la personalidad aparecen los antisocialeshistriónicosobsesivo-compulsivosevasivosnarcisistasesquizoides y paranoicos.
Los especialistas dividen estos trastornos en tres grandes tipos: Grupo A, donde incluyen los desórdenes excéntricos; Grupo B, que abarca los desórdenes dramáticos, emocionales o erráticos; y Grupo C, para los trastornos ansiosos o temerosos.
El tratamiento de los trastornos de personalidad incluye las psicoterapias y el uso de fármacos. El suministro de remedios varía de acuerdo al tipo de trastorno y a la reacción del paciente.

lunes, 26 de octubre de 2015

Psicopatología: ¿un trastorno mental genético o de influencia ambiental?


PSICOPATOLOGÍA


Se conoce como psicopatología a la disciplina que analiza las motivaciones y las particularidades de las enfermedades de carácter mental. Este estudio puede llevarse a cabo con varios enfoques o modelos, entre los cuales pueden citarse al biomédico, al psicodinámico, al socio-biológico y al conductual.



Según el modelo psicodinámico, por citar un ejemplo, los procesos psicológicos son la principal causa de los desórdenes mentales y de perfil psicosomático.
La perspectiva biomédica aborda los trastornos mentales como cualquier otra clase de enfermedad, al considerar que las alteraciones psicopatológicas son generadas por anormalidades biológicas subyacentes (genéticas, bioquímicas o neurológicas). Por lo tanto, el tratamiento debe estar enfocado a la corrección de dichas anormalidades de raíz orgánica.
En este sentido, puede decirse que un comportamiento anormal es una enfermedad surgida por el funcionamiento patológico de alguna parte del organismo. Estos se hallan relacionados con alteraciones en la porción cerebral, las cuales pueden ser anatómicas (el tamaño o la forma de ciertas regiones cerebrales no están dentro de los cánones normales) o bioquímicas(cuando los elementos bioquímicos que contribuyen al funcionamiento neuronal poseen su función alterada).


La psicopatología entiende que los trastornos mentales orgánicos son aquellos que poseen causas físicas evidentes, como ocurre con el Alzheimer, mientras que los trastornos mentales funcionales nuclean a los patrones de conducta anormales que no ofrecen indicios concretos de alteraciones orgánicas en el cerebro.
En el caso de las psicopatologías o trastornos psicopatológicos que se desarrollan durante la infancia, niñez o adolescencia de un individuo podemos establecer que existen varias tipologías entre las que se encuentra el retraso mental, los trastornos de la comunicación (fonológicos, tartamudeo…), los trastornos generalizados del desarrollo, trastornos del aprendizaje, trastornos por tics o trastornos de la ingestión y de la conducta alimentaria.
En el caso de los trastornos del desarrollo destacar que dentro de dicha definición se incluyen aquellos que suponen que el individuo en cuestión sufra de una incapacitación a distintos niveles. Dentro de esta categoría destaca, por ejemplo, el trastorno autista que comienza en la infancia y que se traduce en una serie de incapacidades en lo que es el área psicológica y también en el conductual.
Los cinco sentidos se ven afectados por anomalías en las personas autistas que además se caracterizan por ser callados, apenas ríen, tienen limitaciones en materia de lenguaje y comunicación y a nivel físico cuentan con una serie de deficiencias en la lateralización.
Asimismo dentro de los trastornos psicopatológicos del desarrollo se encuentra también el conocido como trastorno de Rett que se da en el género femenino y que se asemeja al autismo en cierta medida. Un retraso mental así como en la coordinación motriz son las dos señas de identidad de los pacientes de este síndrome que supone que aquellos cuenten con una severa discapacidad en muchos sentidos.

El trastorno de Asperger y el desintegrativo de la infancia son otros de los que se engloban dentro de estos síndromes psicopatológicos.

Por último,resulta interesante 
resaltar que el modelo conductual de la psicopatología no marca diferencias entre las conductas patológicas y las conductas normales, ya que ambas son el resultado del aprendizaje condicionado por el entorno o ambiente. Por lo tanto, se lo concede una gran importancia a las influencias ambientales en lugar de las biológicas o genéticas. El tratamiento en este modelo gira en torno a la modificación de la conducta tanto manifiesta como inferida.

martes, 22 de septiembre de 2015

El mecanismo psíquico de la histeria

La idea central es el sentido simbólico del síntoma histérico, provocado por el recuerdo de un suceso traumático, que actúa como núcleo patógeno a la manera de un cuerpo extraño, permaneciendo ausente en la memoria del sujeto. El histérico sufre así, por sus reminiscencias por recuerdos alejados de su conciencia. De modo que el trauma psíquico actúa como una clase de cuerpo ajeno, constituyendo un agente afectivo en el presente después de que ocurriera por primera vez (Freud, 1972). El trauma puede ser cualquier afecto que provoque miedo, angustia, vergüenza, dolor, aunque depende de la sensibilidad del sujeto que tenga importancia traumática (Paula Ramos, 2003). En el caso de la paciente de Freud, Emmy de N. comentó que el tic del tartamudeo lo padecía, desde una situación, hacía cinco años, en la que estaba asistiendo a su hija menor, que estaba enferma de gravedad y debía mantenerse en silencio. Desde entonces, el tic se le reproducía cuando se atemorizaba. No obstante, durante la sesión de hipnosis desaparecía el dolor de estómago. Un día comentó que cuando tenía 15 años presenció como trasladaban al manicomio a una tía suya, después relataba que su madre también había estado internada en un manicomio. Asimismo, narraba otros recuerdos que le impactaron, como cuando a los 15 años encontró a su madre desvanecida en el suelo, conmocionada por los efectos de un rayo y cuatro años más tarde la encontró muerta. Otro suceso que le impresionó fue cuando cumplidos los 19 años, levantó una piedra y encontró debajo un sapo, después perdió el habla durante algunas horas. El trauma psíquico o su recuerdo actúan como un cuerpo extraño que ejerce sobre el organismo una acción intensa por mucho tiempo. En cuanto el terapeuta consigue despertar con claridad el recuerdo del proceso provocador, con el afecto implicado, dándole expresión verbal con toda su intensidad, desaparece definitivamente. Las parálisis y las anestesias dejan de manifestarse también (Freud, 1974). Otra paciente, Isabel R., era una joven que no podía reconocer el afecto que sentía por el cuñado y para evitarse la dolorosa evidencia de amar al marido de su hermana, lo substituyó por un dolor físico, surgiendo sus molestias como consecuencia de la conversión, de lo psíquico en somático. En los momentos en los que se hacía evidente (en el paseo con el cuñado, la ensoñación en la colina y en el funeral de la hermana) era cuando el dolor se hacía más intenso. El amor hacia su cuñado se hallaba enquistado en su conciencia a manera de un cuerpo extraño, sin haber entrado en relación alguna con el resto de su vida mental.
Sin embargo, durante el tratamiento de Emma Eckstein, Freud se reprimió al conocer los sentimientos eróticos de la paciente hacia él, pues no había considerado todavía su represión. Las emociones hostiles y eróticas que podría dirigir hacia la paciente y sus orígenes en su primera relación con su madre, la cual nunca trabajo y permaneció reprimida a través de su vida (Piers, 1996). Aunque a su otra paciente, Dora, le ocurrió que después del acontecimiento traumático, la proposición del señor K., ella detestaba pasear con algún hombre que pudiera estar excitado, ya que pretendía impedir el impulso somático que le seguía; experimentaba malestar, sensación de opresión sobre el pecho, lo cual le condujo a evitar la conversación con hombres. Desde entonces, la excitación le causaba una molesta opresión en el tórax que era permanente. Su evitación de los hombres (fobia), parecía ser una percepción reprimida.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Caso de mujer histérica psicoanalizada por Sigmund Freud


En esta oportunidad quiero hablar mas profundamente sobre el psicoanálisis como tal.  Donde empezaremos con el padre del psicoanálisis: Sigmund Freud, con uno de sus casos mas controversiales de mujeres con histeria.

Emmy de N., mujer de cuarenta años


En el año 1889, Freud inició el tratamiento de Emmy de N., enferma, que mantenía un aspecto juvenil y atractiva apariencia; a veces tartamudeaba, padecía una afasia espasmódica. Ella con frecuencia se interrumpía al hablar para emitir un característico sonido inarticulado. Sin embargo, su conversación era amena, inteligente y culta. Su familia residía en las provincias rusas del Mar Báltico, disponía de una gran fortuna, pese a que sufría una herencia neurótica. En su tratamiento utilizó el método de la hipnosis, pues era fácilmente hipnotizable, capaz de entrar en estado de sonambulismo (Tomás Alabart, 1991). Si bien, asimismo realizaba asociaciones y conexiones cuando hablaba sin estar hipnotizada (Freud, 1974). En una de las sesiones, Freud le propuso que asociara respecto a un tema particular que estaban analizando y al no lograr ninguna conexión, le mencionó que lo pensara hasta la otra sesión. Al día siguiente, Emmy con expresión de descontento le replicó que no debía estar interrogándola constantemente de donde procedía esto y lo otro, sino que tenía que permitirle contar lo que tenía para manifestarle. Así, surgió el método psicoanalítico, al terapeuta le correspondía el lugar para la escucha del paciente (Masling et al. 2002; Schutt, 1995). En su relato, Emmy se interrumpía cada dos minutos, contraía su rostro en una expresión de espanto y repulsión, mientras exclamaba ¡estése quieto alargando la mano, no me toque, no me hable! estaba bajo una terrorífica alucinación. Después, la enferma continuaba la conversación sin mencionar el ataque. Ella contrajo matrimonio a los 23 años con un próspero industrial, muy inteligente, pero ya anciano. El marido murió súbitamente de infarto, tras una breve convivencia marital. Emmy era madre de dos hijas, una de 16 años y otra de 14 años, ambas muy delicadas de salud (Schutt, 1995). Desde el fallecimiento de su esposo, hacía 14 años, había estado en muchas ocasiones enferma, con mayor o menor gravedad. Al iniciar el tratamiento con Freud, se separó de sus hijas e ingresó en una clínica, él la visitaba diariamente. Emmy reiteradamente relataba historias espantosas de animales, incluso en estado normal. Ella se atemorizaba por recuerdos de la primera infancia, que le ocurrieron cuando tenía cinco años. Cómo cuando sus hermanos la amedrentaban, lanzándole bichos muertos, como consecuencia de ello tuvo su primer ataque. De nuevo, sufrió otro a los siete años, debido a que se encontró a su hermana muerta, luego cuando el hermano se vestía con una sábana y la asustaba. Por último, en una ocasión a los nueve años, cuando entró en un velatorio a visitar el cadáver de su tía y justo en ese momento, la difunta abrió la boca inesperadamente. 

La terapia de Freud trataba de atenuar tales imágenes, favoreciendo la sugestión, pasando sus manos sobre sus párpados. Si bien, en estado de vigilia no recordaba nada. El suceso de su vida que le había dejado más huella y surgía con más frecuencia en su memoria, era el de la muerte de su marido. Un día que ambos iban de paseo por un lugar de la Riviera, al atravesar un puente, ocurrió que su marido sufrió un ataque cardiaco y cayó desvanecido. Poco tiempo después, estando ella en la cama recuperándose de su segundo parto, su marido que comía junto a ella, se levantó, la miró con rara expresión y cayó muerto al suelo. La niña que acababa de nacer, estuvo enferma durante más de seis meses y ella también tuvo que permanecer en cama con fiebre. Tras el fallecimiento de su marido, apenas podía alimentarse, pero continuó ocupándose de sus hijas. En esa época fue cuando se iniciaron los dolores de estómago. Como consecuencia del tratamiento, la paciente se recuperó bastante, aseguraba que nunca había estado mejor. Siete meses después, un colega suyo, el Doctor Breuer, le transmitió noticias suyas, su mejoría se había mantenido durante varios meses, pero había desaparecido ante la preocupación por su hija mayor, que presentaba leves estados histéricos, calambres y dolores al andar. Al año de su primera visita, volvió a Viena de nuevo a su consulta, se quejaba de ver animales, confusión mental y tartamudeo (Freud, 2002). El efecto terapéutico fue inmediato y duradero, pasado un año, Freud fue a visitar a la paciente a su finca y la enferma estaba recuperada, con buena salud. Desde entonces (año 1890) sus noticias fueron cada vez menos frecuentes. Hasta que en 1893, tres años más tarde, le escribió para pedirle autorización para que la hipnotizase otro médico. El resultado terapéutico fue en general muy importante, pero poco duradero, pues la paciente volvió a enfermar bajo la acción de nuevos traumas. Ella vivía en aislamiento, con su familia y sus hijas. En ese tiempo, Emmy experimentaba fuertes pulsiones sexuales e intentaba reprimir su instinto sexual, ella no se había casado de nuevo; pues dada su gran fortuna, no creía en el amor de sus pretendientes y no quería perjudicar los intereses de sus hijas. Incluso, durante el periodo de mayor gravedad, presentó una capacidad suficiente para participar en la dirección de una gran empresa industrial y ocuparse de la educación de sus hijas. En su entorno social, curiosamente, nadie sospechaba de su enfermedad.

viernes, 4 de septiembre de 2015

La niña con el peor caso de esquizofrenia

Esquizofrenia
La esquizofrenia es una enfermedad que causa pensamientos y sentimientos extraños, y un comportamiento poco usual. Es una enfermedad psiquiátrica poco común en los niños, y es muy difícil de reconocer en sus primeras etapas. El comportamiento de niños y adolescentes con esquizofrenia puede diferir del de los adultos con esta enfermedad. Es un desorden cerebral que deteriora la capacidad de las personas para pensar, dominar sus emociones, tomar decisiones y relacionarse con los demás. Es una enfermedad crónica y compleja que no afecta por igual a quienes la padecen.



La esquizofrenia en niños

Las esquizofrenias que aparecen antes de los 5 años tienen rasgos extremadamente comunes con el autismo, y solamente una evolución posterior, con la aparición de síntomas psicóticos propiamente dichos, permitirá un diagnóstico certero. De hecho, antes de los 3 años, el diagnóstico diferencial es muy improbable. Es prácticamente imposible distinguir una esquizofrenia de un autismo. Solamente quedará esclarecido con el paso del tiempo.

A partir de los 5 años, el diagnóstico diferencial se va esclareciendo con la presencia de síntomas psicóticos (alucinaciones, delirios) en la esquizofrenia. Pero, se pueden notar algunas señales de alerta en los niños con esquizofrenia. El comportamiento de un niño con esquizofrenia puede cambiar lentamente con el paso del tiempo. Por ejemplo, los niños que disfrutaban relacionándose con otros pueden comenzar a mostrarse tímidos y retraídos, como si vivieran en su propio mundo. A veces, comienzan a hablar de miedos e ideas extrañas. Pueden comenzar a aferrarse a sus padres y a decir cosas que no tienen mucho sentido. Los maestros pueden ser los primeros en darse cuenta de estos problemas.




Factores de riesgo

Aunque la causa precisa de la esquizofrenia no se conoce, ciertos factores parecen aumentar el riesgo de desarrollar o desencadenar la esquizofrenia, incluyendo:
  • Tener antecedentes familiares de esquizofrenia
  • La exposición a los virus en el útero
  • La mala nutrición en el útero
  • Circunstancias estresantes en la vida
  • Edad paterna mayor
  • Tomar drogas psicoactivas en la adolescencia
Los signos y síntomas de la esquizofrenia suelen desarrollar entre los años de la adolescencia y los 30 años de edad. Esquizofrenia de aparición temprana se presenta en niños menores de 17 años. Muy esquizofrenia de aparición temprana se presenta en niños menores de 13 años.